Octavario por la unidad de los cristianos
El camino del ecumenismo
Jesús oró para que todos sus discípulos fueran uno (Jn 17,21), y así los cristianos no pueden perder la esperanza o dejar de orar y trabajar por la unidad. Están unidos por su amor a Dios en Cristo y por la experiencia de conocer el amor que Dios les tiene. Reconocen esta experiencia de fe el uno en el otro cuando oran, adoran y sirven a Dios juntos. Sin embargo, en las relaciones intereclesiales, incluso en Burkina Faso, esto sigue siendo un desafío. La falta de conocimiento mutuo entre las iglesias y la sospecha mutua pueden debilitar el compromiso en el camino del ecumenismo. Algunos pueden tener temor porque el ecumenismo conduzca a una pérdida de identidad denominacional e impida el «crecimiento» de la Iglesia. Tal rivalidad entre las Iglesias es contraria a la oración de Jesús. Al igual que el sacerdote y el levita en el pasaje del evangelio, los cristianos a menudo pierden la oportunidad de relacionarse con hermanos y hermanas debido al miedo. Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, pedimos al Señor que venga en nuestra ayuda, para curar nuestras heridas y así permitirnos recorrer el camino del ecumenismo con confianza y esperanza.
La unidad de los cristianos al servicio de una paz y una reconciliación más amplias
El contexto específico de Burkina Faso refleja la necesidad de poner el amor en el centro de la búsqueda de la paz y la reconciliación. Esta búsqueda a menudo se ha visto mermada por la pérdida de valores y de un sentido compartido de humanidad y por una disminución de la preocupación por el bien común, la honradez, la integridad y el patriotismo. La búsqueda de la reconciliación también se ha visto debilitada por el empobrecimiento espiritual y por la búsqueda de ganancias fáciles. Frente a estas realidades, el imperativo de testimoniar el amor de Dios es aún más apremiante.
Pasar de la división a la unidad en Burkina Faso
Las comunidades cristianas en Burkina Faso tratan de vivir la llamada al amor a través de la hospitalidad mutua. Esto es particularmente evidente durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Han comprometido recursos humanos y financieros para traducir el texto ecuménico francés de la Biblia (Traduction Oecuménique de la Bible) a las lenguas locales, ayudando así a conducir a los cristianos a la «posada» de la Palabra de Dios (cf. Lc 10,34). Además, visitan las Iglesias de los demás y comparten la oración. También cooperan en la promoción de la fraternidad humana, la paz y la seguridad en Burkina Faso. Llevan a Cristo a sus hermanos y hermanas cuando curan las heridas de aquellos que caen en las garras de la pobreza y las dificultades. Sin embargo, como dice un proverbio africano: «El árbol no debe ocultar el bosque». Estos ejemplos ecuménicos positivos no pueden ocultar muchos desafíos que aún quedan para lograr la unidad. A pesar de sus esfuerzos por hacerse prójimos de todos los que confiesan al Dios Trino, las Iglesias de Burkina Faso siguen intentando amarse verdaderamente según el mandato de Cristo. A veces se relacionan entre sí como samaritanos y judíos, divididos cultural y teológicamente y en clima de enemistad y hostilidad. La continua desunión los desfigura y reconocen la necesidad de una conversión ecuménica, para poder derramar el aceite y el vino de la sanación sobre las heridas de los demás. La posada en la parábola del buen samaritano fue frecuentemente interpretada por los Padres de la Iglesia como una imagen de la Iglesia. Así como el samaritano llevó al hombre herido a la posada, así Cristo confía a los heridos y necesitados del mundo a nuestras Iglesias, para cuidar sus heridas y ayudarlos a recuperar la salud. Esta misión al servicio del mundo es también camino hacia la unidad, que es un don de Dios para el pueblo de Dios.
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