La Iglesia de Cristo ha sido desde sus comienzos una iglesia de mártires, es decir, de aquellos que han entregado su vida al servicio de los demás aunque le haya costado la vida misma. No podía ser de otra manera ya que el mismo Jesucristo fue el primero en entregarse en la cruz por todos nosotros para darnos vida plena.
En su libro "Testigos de la esperanza", monseñor Francois-Xavier Nguyen Van Thuan, entonces Presidente del Consejo Pontificio de Justicia y de la Paz y, víctima de la persecución y encarcelado siendo Obispo Católico en Vietnam, nos trae esta reflexión sobre los mártires.
En el capitulo 12 nos dice:
"En prisión escribía:<Mira la cruz y encontraras la solución a todos los problemas que te preocupan>. Los mártires lo han mirado a El..."
(Lo decía Santa Teresa de Avila también: "Mirad al crucificado y todo se os hará poco")
"Todos podemos verlo en el momento del martirio, solo, abandonado, crucificado. El pueblo comenta así el final de aquel Maestro de Galilea:< Ha salvado a otros; que se salve a si mismo si el es el Cristo de dios, el Elegido> (Lc 23,35)...
Jesús no se salvo a si mismo:<Jesús para salvarse podía marcharse de Jerusalen y refugiarse en otro lugar...Huyendo de Jerusalen, tal vez se habría salvado. Pero no lo hace...Se queda y ofrece su vida, sin tratar de salvarse a si mismo>.
Los mártires, ciertamente lo han mirado a El. No han escuchado la ironía y los consejos de los que los rodeaban: < !Sálvate a ti mismo!>. Jesús es el modelo de muchos mártires: <El cual, por el gozo que se le proponía, soporto la cruz sin miedo a la ignominia y esta sentado a la diestra del trono de Dios>(Hb 12,2).
No sabemos cuantos le han mirado a El en la soledad de las prisiones, en las ultimas horas después de la sentencia a muerte, en las largas noches de espera de una mano asesina inminente, en el frío del campo de concentración, en el dolor y en el cansancio de marchas insensatas. No sabemos cuantos han elevado los ojos hacia El y han conformado su vida a su martirio...
Muchos han pensado atentamente en El y no han decaído de animo Han encontrado una fuerza que admiró a los verdugos, los que los consideraban vencidos, como un objeto frágil en sus manos. Dice la Carta a los Hebreos:<Hallaron fuerza en su debilidad>."
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