Existen para el ser humano, dos maneras de nacer, de vivir, de morir y de resucitar.
Dos maneras de nacer:
Todos hemos entrado al mundo de la misma manera, es decir, naciendo de nuestra madre. El mismo Jesús, Hijo de Dios, se sujeto a este modo de nacer cuando se encarnó en el vientre de Maria para salvarnos.
Pero aparte de este nacimiento natural, el Señor nos habla de un nuevo nacimiento, el "del Espíritu", o sea, el hecho de recibir la vida eterna y divina por el cual el hombre entra en la familia de Dios.
No escogimos nacer en el mundo; en cambio el nacimiento en el Reino de Dios depende de si aceptamos esta vida divina como un don gratuito de Dios. Comenzamos a participar de ella desde nuestro bautismo.
Dos maneras de vivir:
Nuestra existencia se reparte en obligaciones y distracciones que varían conforme al medio ambiente, a las aptitudes y a los gustos de cada uno. Esta manera de vivir se convierte muchas veces en vivir para si, en vivir mi vida.
Pero Dios nos invita a vivir para Jesucristo. Como dice el apóstol Pablo: "Para mi el vivir es Cristo". Y cuando se vive en Cristo la ley que impera es la del amor, que nos lleva a vivir para los demás, como lo hizo Cristo.
Dos maneras de morir:
Aquí se nos va la vida. O morimos en el pecado, lejos de Dios, o morimos en el Señor que nos dará la vida eterna.
Dos maneras de resucitar:
Estas son consecuencia de como hemos vivido y en que estado hemos muerto. O resucitamos el último día, el día del juicio final, para la condenación eterna, o hemos ya resucitado con Cristo a la vida de la gracia, a la vida del reino de Dios.
Que este comienzo de un nuevo año natural escojamos la mejor manera en cada una de nuestras etapas de vida.
Feliz 2018.
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