miércoles, 14 de junio de 2017

#175 - Ayer, en el Evangelio de la Décima semana del tiempo ordinario, Jesús nos llama a ser sal de la tierra y luz del mundo. Esto nos compromete a darle gusto a la vida en este planeta, a preservarlo de la corrupción.  Y también a brillar entre los hombres, de modo que cuando vean nuestras buenas obras, se glorifique al Padre. Para  ello es necesario seguir la ruta de vida que el nos ha señalado con las Bienaventuranzas. Para esto es que Cristo nos ha ungido, nos ha sellado y nos ha dado el Espíritu como garantía.

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