En su Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici de 1987, “Sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”, San Juan Pablo II escribe como si estuviera hablándonos en el momento que actualmente estamos viviendo en el mundo y en la Iglesia.
Capitulo III Os he destinado para que
vayáis y deis fruto
La corresponsabilidad de los fieles
laicos en la Iglesia-Misión
Comunión misionera
32. La comunión con Jesús, de la cual
deriva la comunión de los cristianos entre sí, es condición absolutamente
indispensable para dar fruto: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,
5), Y la comunión con los otros es el fruto mas hermoso que los sarmientos
pueden dar: es don de Cristo y de su Espíritu.
… la comunión genera comunión y
esencialmente se configura como comunión misionera.
La
comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se
implican mutuamente, hasta el punto que la comunión representa a la vez la
fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la
comunión, Siempre es el único e idéntico Espíritu el que convoca y une a la
Iglesia y el que la envía a predicar el Evangelio «hasta los confines de la tierra»
(Hch 1,8)… La misión de la Iglesia deriva de su misma naturaleza, tal como
Cristo lo ha querido; la de ser «signo e instrumento (…) de unidad de todo el
genero humano». Tal misión tiene como finalidad dar a conocer a todos y
llevarles a vivir la «nueva» comunión que en el Hijo de Dios hecho hombre ha
entrado en la historia del mundo…el testimonio del evangelista Juan define – y
ahora de modo irrevocable- ese fin que llena de gozo, y al que se dirige la
entera misión de la Iglesia: «Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para
que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión
con el Padre y con su Hijo, Jesucristo» (1 Jn 1,3).