La III Conferencia del episcopado Latinoamericano, reunida en Puebla, Méjico, en 1979 en su Tercera Parte nos habla de “Evangelización en la Iglesia de América Latina Comunión y Participación”.
El llamado del Papa Francisco a la sinodalidad retoma estas conclusiones de Puebla. Veamos un resumen de esta Parte
(535) los presbíteros por el
sacramento del Orden quedan constituidos en los colaboradores principales de
los obispos… hacen presente a Cristo-Cabeza en medio de la comunidad, forman
junto con su obispo y unidas en intima fraternidad sacramental, un solo
presbiterio dedicado a variadas tereas para servicio de la Iglesia y del mudo.
(535) en la actual situación de
la Iglesia en América Latina se ven prioritarios…
(536) (que) El presbiterio
anuncia el Reino de Dios en este mundo… Por el servicio de ese Reino abandona
todo para seguir a su Señor; signo de la entrega radical es el celibato
ministerial, don de Cristo mismo y garantía de una dedicación generosa y libre
al servicio de los hombres.
(538) El presbítero es un hombre
de Dios. Solo puede ser profeta en la medida en que haya hecho la experiencia
del Dios vivo. Sol esta experiencia lo hará portador de una Palabra poderosa
para transformar la vida personal y social de los hombres de acuerdo con el
designio del Padre.
La oración en todas sus formas –
y de manera especial la Liturgia de las Horas que le confía la Iglesia – ayudará a
mantener esa experiencia de Dios que deberá compartir con sus hermanos.
(539) Como el Obispo y en
comunión con él, el presbítero evangeliza, celebra el Santo Sacrificio y sirva
a la unidad.
(540) Como Pastor que se empeña en la liberación integral de los pobres y de todos los oprimidos, obra siempre con criterios evangélicos. Cree en la fuerza del Espíritu para no caer en la tentación de hacerse líder político o dirigente social o funcionario de un poder temporal; esto le impediría «ser signo y factor de unidad y de fraternidad (Cfr, Discurso de Juan Pablo II a los sacerdotes, n, 14).