La III Conferencia del episcopado Latinoamericano, reunida en Puebla, Méjico, en 1979 en su Tercera Parte nos habla de “Evangelización en la Iglesia de América Latina Comunión y Participación”.
El llamado del Papa Francisco a la sinodalidad retoma estas conclusiones de Puebla. Veamos un resumen de esta Parte
Iluminación teológico-pastoral
(Cont.)
(531) El Obispo como miembro del
Colegio Episcopal presidido por el Papa, es sucesor de los apóstoles y – por su
participación plena del sacerdocio de Cristo – es signo visible y eficaz del
mismo Cristo, de quien hace las veces como Maestro, Pastor y Pontífice (Lumen
Gentium 21). Esta triple e inseparable función esta al servicio de la unidad de
su Iglesia particular…
(532) El Obispo es maestro de la
verdad (S.S. Juan Pablo II, disc. inag. en Puebla) … es el primer
evangelizador, el primer catequista… Medita religiosamente la Palabra, se
actualiza doctrinalmente, predica personalmente al pueblo; vela porque su
comunidad avance continuamente en el conocimiento y practica de la Palabra de
Dios. Alentando y guiando a todos los que ensenan en la Iglesia (a fin de
evitar ‘magisterios paralelos’ de personas o grupos), y promoviendo la colaboración
de los teólogos que ejercitan su carisma especifico dentro de la Iglesia… a fin
de poder discernir la Verdad y mantiene una actitud de diálogo
con ellos. Todo esto en comunión jerarquía con el Papa y con sus hermanos
obispos, especialmente los de su propia Conferencia Episcopal.
(533) El Obispo es signo y
constructor de la unidad (Juan Pablo II en Puebla) … promueve la misión de toda
la comunidad diocesana; fomenta la participación y la corresponsabilidad a diferentes
niveles; infunde confianza en sus colaboradores (especialmente los presbíteros
para los cuales debe ser, padre, hermano y amigo (Lumen Gentium 28); crea en la
diócesis un clima tal de comunión eclesial orgánica y espiritual que permita a
todos los religiosos y religiosas vivir su pertenencia peculiar a la familia
diocesana; discierne y valora la multiplicidad y variedad de los carismas
derramados en los miembros de su Iglesia, de modo que concurran eficazmente
integrados al crecimiento y vitalidad de la misma, esta presente en las
principales circunstancias de la vida de su Iglesia particular.
(534) El Obispo es pontífice y
santificador. Ejerce personalmente su función de presidente y promotor de la
liturgia; apoyado en su propio testimonio promueve la santidad de todos los
fieles como primer medio de evangelización; busca en la gracia propia del
sacramento del orden el fundamento para su constante cultivo de la vida
espiritual que, en el amor personal a Cristo, impulse su amor a la Iglesia y la
entrega al pastoreo generoso de sus ovejas; se ocupa de la vida espiritual de
sus presbíteros y religiosos; y hace de su vida gozosa, austera, sencilla y lo mas cercana posible de su pueblo, un
testimonio de Cristo Pastor y un medio de diálogo con todos los hombres.