jueves, 14 de agosto de 2025

#2785- El perdón

 Mateo 18,21-19,1

Encontramos en el libro del Deuteronomio la concesión que Dios da al Pueblo para que habite la tierra de promisión, también la despedida-duelo por la muerte de Moisés. Sin entrar en ella, Moisés contempla la tierra prometida; será Josué quien continúe liderando a la comunidad que camina hacia la libertad. El deuteronomista dice que no habrá profeta como Moisés, pero la plenitud de los tiempos llega con la revelación de Dios en Jesús. Ahora corresponde a las comunidades cristianas, mantener viva la memoria de un pueblo que no está llamado a vivir bajo el yugo de la esclavitud. En compañía del resucitado, tienen el desafío de concretar el Reinado de Dios, a través del compromiso con la vida, vinculando al hermano pecador en la comunidad. Reunir a los extraviados en el seno de la comunidad y acompañarlos en su proceso de transformación, es tarea ineludible. Actualmente, cuesta abrazar esa dimensión de la Iglesia pecadora, como también acercarnos a quien se equivoca. Sin esta cercanía compasiva no seremos coherentes con la Buena Nueva de Jesús.Perdonar y pedir perdón: disposiciones casi imposibles para quien no cultiva el amor y la fe. Son expresión de una Iglesia con entrañas maternas, abierta a vivir procesos de reconciliación y conversión permanente. Parece más fácil detener el río Jordán o dividir nuevamente el mar rojo, para que pase el pueblo a la tierra prometida, que perdonar o pedir perdón al hermano. Pero el perdón es expresión de quienes están dispuestos a pertenecer al pueblo de Dios hasta llegar a constituir una comunidad convocada por Dios para amar hasta el extremo. Sin embargo, según la parábola de Jesús, aunque el perdón es ilimitado, este tiene exigencias: hay que perdonar para ser perdonado, no es posible uno sin el otro. Dios, amoroso y compasivo, perdona hasta el más grave error para que, a partir de ahí, se gesten comunidades entrañablemente solidarias. Esta sería la manera más efectiva para destruir el círculo de violencia que hoy caracteriza a nuestra sociedad. Oremos por los procesos de paz y de resarcimiento, tan necesarios en nuestro mundo.

Diario Bíblico Claretiano 2025

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