Mateo 8,5-11
La bondad y la misericordia de Dios, que van generando vida a su paso, no son experiencias exclusivas de ningún grupo religioso. Son realidades que él prodiga sin límite y sin condiciones a quien las necesitan y tienen fe. El centurión del evangelio no es una persona religiosa; incluso se llega a sentir indigno de su condición de pagano, pero suplica a Jesús que lo ayude. Y es en este escenario donde se suscita la fe. Pero no se vive como quien gana un adepto sino como oportunidad para manifestar que Dios siempre está del lado de los que sufren y de quienes ven desmejorada su vida. En el Reino, espacio vital, dejan de ser importantes las categorías sociales o las etiquetas que nos llevan a sentirnos diferentes y a desentendernos unos de otros. Nuestra experiencia de Dios llegará a ser verdadera si ensancha nuestra mirada y nos conduce a amar sin fronteras. ¿Por qué las personas religiosas solemos tener bastantes prejuicios hacia quienes se comportan o piensan diferente? Pidamos en nuestra oración de hoy madurar en el amor.
Del Diario Bíblico Claretiano 2024
Feliz día para todos
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