sábado, 9 de noviembre de 2024

#2431- Lamparas encendidas

 

Lucas 12, 35-38

Frente a la codicia y la avaricia, fruto de la injusticia, Jesús propone la vigilancia. El corazón humano fácilmente cae en un letargo o embriaguez espiritual cuando se deja alucinar por la riqueza, el lujo, el confort. Es colocar la confianza en los bienes efímeros y pasajeros. Puede ser en el poseer, el poder, el placer o el prestigio. Estas realidades se convierten en somníferos o narcóticos que adormecen la conciencia. Es como encerrarse en una urna de cristal que separa de la realidad circundante. Estar vigilantes es estar preparados en todo momento. Es mantener despierta la conciencia para no dejarse atrapar por las ambiciones que esclavizan y deshumanizan. La vigilancia solo es posible cuando se vive una permanente y asidua experiencia de encuentro con Dios a través de los hermanos y hermanas, de la vida de oración y la vida sacramental, impulsándonos con mayor decisión al servicio y la solidaridad, especialmente con los más vulnerables de nuestra sociedad ¿Vives siempre vigilante? ¿O te dejas aletargar por las cosas materiales que deshumanizan?


Tomado del Diario Claretiano 2024

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